jueves, 26 de noviembre de 2015

ÁFRICA III: JUSTINE, EMPEÑADA EN APRENDER


Justine en el pueblo de su abuela, Kyabacadde (Uganda)

IR AL COLEGIO, UN DESEO NO SIEMPRE CUMPLIDO


        Nos mira en la iglesia. Mientras el hermano Paluku Gilbert nos da la bienvenida en público, ella nos observa de reojo. Tiene curiosidad, se le nota. Me distraigo y ya no la veo. Se habrá ido, pienso. Pero nada más salir del edificio la observo a un lado, con la mirada baja, esperando. Retrasa sus pasos para encontrarse conmigo. Y finalmente soy yo la que me acerco a ella.

            « Hola, soy Justine », me dice, « Bienvenida , gracias por visitarnos », sigue. Y despliega una sonrisa inocente en la que veo sinceridad y frescura. No lleva adornos en el pelo, lo mantiene muy corto, como muchas de las chicas de Kyabakadde, cerca del Lago Victoria en Uganda. Y hoy se ha vestido con una falda y una sudadera de cuadros rojos y negros. Su cremallera semibajada deja entrever una camiseta verde que da luz a su tez chocolate.

           Son las 8 de la mañana y empiezo a ver chavales con mochilas a la espalda. Pero Justine se mantiene tranquila frente a mí. « ¿No vas al colegio ? », le pregunto. « Ahora no », me dice. Atisbo un gesto leve de vergüenza y mido mi siguiente pregunta. « ¿No has terminado tus vacaciones ? », le digo sin dejar de sonreír. « Si », contesta, « pero es que no tenemos dinero para pagarlo ».

            Me quedo helada, otra vez el golpe de la realidad africana. A estas alturas de mi viaje por este país ya sé que hay muchos niños que no pueden pagar las tasas de los colegios. No es eso lo que me sorprende. Es la elegancia con que me lo cuenta. 

            Ante mi silencio, Justine sigue hablando. Sus padres viven junto a sus hermanos en otro pueblo, lejos de Kyabacadde. Ella está aquí con su abuela porque su colegio está cerca. Ha acudido a estudiar durante todo el año, pero en este último trimestre a su familia no le ha llegado el dinero para saldar deudas con el centro y para pagar las nuevas tasas. Y Justine se ha quedado sin poder reencontrarse con sus compañeros.

Niñas volviendo del colegio en Kampala
            En Uganda hay un colegio a cada paso. Basta darse una vuelta en coche para contar cinco o seis. Y lo primero que uno piensa es que es un país preocupado por la educación. Pero enseguida los ugandeses te corrigen. «No », dicen, « hay preocupación de los padres », « pero no del Gobierno ». « Si hay tantos colegios es porque hay muchísimos niños en este país », dice una madre de seis hijos.

            Aquí los colegios privados son caros , pueden costar entre  500 y 600 euros al trimestre, depende de si es alguna institución u orden religiosa la que lo gestiona. Esto en un país en el que el sueldo medio neto no llega a los 200 euros mensuales. Y en el que la media de hijos ronda los 6 por familia.

            Y los colegios públicos, que en realidad no son un servicio público y pueden costar hasta 100 euros al mes, no están bien valorados. Quien tiene interés en que su hijo salga adelante hace lo que sea por llevarle a uno de gestión privada.

 La falta de calidad de la educación pública, aseguran, es un problema de implicación del Gobierno ugandés. Hay profesores que llevan más de un año trabajando y no reciben su sueldo. « ¿Qué interés voy a tener en trabajar si no puedo llevar dinero a casa ? », se justifica una profesora. « Y luego está la falta de material », añade, « es muy difícil educar así ».

            Pero a sus 14 años, Justine tiene asumida la situación. Y tras ese microsegundo de vergüenza me sigue contando que estudia en casa, « Me han dejado los libros », dice. «Me tendré que presentar a un examen a final de trimestre, aunque espero que mis padres consigan el dinero pronto ».

            Mientras se aleja en un camino de plátanos y eucaliptos, se oyen las voces de sus compañeros gritar tras la valla metálica que delimita el colegio. Justine se vuelve y me repite « Gracias por venir a visitarnos ». Antes de que yo pueda desearle suerte ha echado a correr. Es hora de sentarse en el salón de la abuela y estudiar.

           



















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