domingo, 21 de febrero de 2016

ÁFRICA VIII: UN TESORO PIGMEO A PUNTO DE VOLAR

Rosa, un tesoro pigmeo


Rosa es huérfana de guerra. No tiene familia pero corre el riesgo de que otros pigmeos, sin conocerla, se la lleven.
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Su futuro cuesta 500 euros


    Probablemente nació en el interior de un "Mongulu", choza que construyen las mujeres pigmeas con maderas y hojas mientras sus maridos cazan. En el centro, una lumbre para calentar, combatir la humedad y conservar la "casa". O no, porque Rosa es huérfana de guerra y su familia seguramente tuvo que huir una y otra vez de los grupos armados, que se escondían en la selva. Y donde los pigmeos fueron víctimas de masacres y canibalismo durante todos los años de guerra en Congo.

No existe un censo indígena, pero algunas fuentes cifran en 300.000 los pigmeos que quedan en todo el África ecuatorial. Los conflictos bélicos, las enfermedades y la deforestación les están mermando. De baja estatura, miden entre 1,10 y 1,40, viven principalmente de la caza y buscan alimentos en el bosque. Intercambian trabajo sólo con pueblos vecinos, algunos son esclavos de los bantúes. Una minoría estudia con alguna beca. No les gustan mucho las visitas y se defienden unos a otros a muerte.

Rosa en el orfanato
     A Rosa no la conoce nadie. Su madre murió a los dos meses de nacer ella, y su padre poco después. Desde entonces es huérfana y es imposible encontrar a nadie su familia. Su raza le hace poco apetecible para una familia adoptante, porque, igual que quien la cuida ahora, temen que noticias suyas atraviesen la espesura de la selva y cualquier pigmeo venga a llevársela a  toda costa. Condenándola al retraso y a una vida sin oportunidades.

     Pero hay alguien que quiere que Rosa tenga un futuro. Alguien que cree que, teniendo la oportunidad de estudiar, podría llegar a ser un referente para su  etnia. Ser la voz de sus ancestros e incluso apoyar en foros internacionales la protección y el desarrollo de los pigmeos. No puede acogerla en su casa por un motivo incuestionable. Pero ha buscado entre las piedras una familia para ella. Para cumplir lo que quizá sea un sueño, pero al ni siquiera se opta si no existen raíces sentimentales.
      Al final, como en muchos otros casos, son los pobres los que ayudan a los más pobres. Y necesitan ayuda.

Rosa con Mwamini y Gabriel
     Mwamini y Gabriel tienen varios hijos mayores,  otro de 4 años, la edad de Rosa, y un bebé. Son sensibles y  han asumido la responsabilidad de darle a la pequeña pigmea una familia. Pero no pueden costear totalmente su educación, ni el proceso burocrático que formalizará la adopción. Este cuesta 500 euros. Es el primer paso. Será la puerta de entrada de Rosa a un hogar, a un calor del que no se acuerda. A su futuro.

   Más adelante Mwamini y Gabriel tratarán de pedir becas para que pueda continuar en el colegio. Pero Rosa ya estará en casa. Habrá compartido comidas y cenas con sus hermanos. Habrá hecho suyo al menos un colchón. Y habrá recibido un beso de buenas noches de alguien a quien podrá llamar mamá.

     Y quizá Gabriel le podrá contar ese cuento de un antiquísimo pueblo congoleño cuyos habitantes de baja altura, aferrados a sus arcaicas costumbres y a su cultura, luchan por no desaparecer del corazón de la selva.

¿QUIERES  AYUDAR A ROSA?   
www.kivuavanza.com         ES87 1491 0001 22 2089655522






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